Angá
Angá pobrecito, dice mi hermana mientras ubica con cuidado al gatito muerto en una caja de zapatos. La abuela nos dio un pedacito de vela. Esa tarde la encendemos a la cabecera del cajón improvisado. Mi hermana que es la más grande del grupo, dice unas palabras para que el alma del animal descanse en paz. Lo velamos en silencio hasta que cae la noche. Los varones hicieron un pozo en el fondo del patio. Ahí lo colocamos, tapamos la caja, le tiramos tierra arriba. Mi primo el más chico se mantiene inmóvil. Está más dolido que todos, el gato era suyo. Él le daba siempre un poco de su comida, lo acariciaba, le había puesto de nombre Zambucú.
El cuerpito se hincha mosquea es un gatito más que se nos muere
Es solamente un gatito
Más
Hay un rincón del patio
Repleto de cuerpos pequeños cuero y hueso entre la tierra húmeda
Osamenta hedionda dice la abuela
Que no vayan los perros grandes a desenterrar como la vez anterior. Se enoja y contradice nuestra idea de armar en el fondo un cementerio para las mascotas. ¿Qué iríamos a hacer con ellos?
Allá estaba el abuelo que no llegamos a conocer, la bisabuela criolla, el tío albino, el bisabuelo poeta, la tía viejita que desayunaba pan mojado en vino tinto. Se los habían llevado, cada uno a su tiempo, por la última calle del pueblo. Cruzadas las manos entre tules blancos.
No nos importa que la abuela se enoje
Sabemos que al rato se nos abuena y nos da una vela gastada y una caja de fósforos
Para calmar la urgencia y el miedo
Que nos deja la muerte
Cuando inflama un cuerpo
Evelín Bochle. Nació 1979 en Empedrado, provincia de Corrientes. Es Profesora de Lengua y Literatura de Nivel Superior y Licenciada en Letras. Publicó: Como un vestido caliente, Editorial Semánticas, 2018. Calzado para dama, Editorial de acá, 2019.
Participa de las jornadas en la Escuela Técnica N° 363 "Norma Aquino" y en la Escuela Media N° 8125 José Manuel Estrada, de Las Toscas, Santa Fe.