Milagro
Todas las personas nacemos de milagro, pero yo
nací aún más de milagro todavía.
Cuando mamá sintió
que crecía en su vientre, los médicos
le decían que era la menopausia
y ella que no, que yo estoy embarazada.
Mis hermanos dicen que soy
el fruto de un intento de reconciliación
es que mis viejos se separaron antes,
durante o después de mi nacimiento.
Mi viejo dice que nací de milagro
que si agarraban a Norberto con los papeles
que él le había entregado sería hoy
un número más entre los desaparecidos.
Casi no nazco
porque la fertilidad de mamá se apagaba
porque mis viejos se estaban separando
o porque el país estaba jodido.
Pero acá estoy, el cálculo de probablidades
daba número negativo, aún así
contra todos los pronósticos
de menopausia, contra el desamor
que asomaba la puerta del cuarto marital
contra los secuestros seguidos tortura
y desaparición forzada, acá estoy.
Nacer es un milagro, sí. Pero yo
yo nací aún más de milagro todavía.
Macetas
“Todo poeta tiene un jardín”
H.D.
Una vez escribí un poema
sobre las plantas de mi patio
las desdeñaba porque estaban
las pobres en unas macetas
de plástico y las culpaba
por mi falta de inspiración.
Tantos poemas hermosos a jardines
todavía más hermosos cultivados
pacientemente por poetas y yo
con mis macetas baratas marrones
o de colores y las plantas que en invierno
se mueren de tristeza
porque no les entra el sol y en verano
que también se mueren pero ahí
es el calor del piso de ladrillos
que no da tregua y las termina quemando.
Ahora me doy cuenta
qué desagradecido fui al escribir
aquel poema sobre mis plantitas
cómo podía culparlas
por mi falta de imaginación.
Hace unos días se murió
Estela figueroa, ella escribía
poemas bellísimos sobre las plantas
de su patio. Sobre la enamorada
del muro, sobre azucenas y jazmines
sobre un ficus adornado
como arbolito de navidad
sobre Erikas, orquídeas
y pensamientos.
Uno de sus versos dice: las mañanas
son para las plantas
Me pongo a mirar fotos
por esa vieja costumbre de repasar
las fotos de la gente que se muere.
Estela, sentada en una reposera playera
en su patio con sus plantas de fondo.
Para mi sorpresa, ahí estaban
esas plantas sobre las que Estela escribió
poemas tan maravillosos, plantadas
como las mías, en macetas de plástico
y qué contentas estarían cuando Estela
las regaba por la mañana.
Ahora, Estela, gracias a vos mi patio
con piso de ladrillos y macetas
símil terracota se convirtió
en un frondoso jardín
con monsteras y helechos
cretonas y bambúes
y colgando de la pared
un enorme rosario de la virgen
que planté en una botella
de gaseosa reciclada.
Facundo Ferreirós (1982). Vive en San Fernando. Es docente y panadero. Trabajó en diversos proyectos de animación a la lectura en centros comunitarios del conurbano bonaerense. Actualmente asiste a una clínica de obra con Osvaldo Bossi.